Hay sueños que solo se ponen en pausa. No se cancelan. María Domitila pensó que la preparatoria ya no era para ella después de convertirse en mamá muy joven. Hoy, a sus 33 años, acaba de graduarse gracias al programa Prepárate Juventudes. Esta es una historia sobre segundas oportunidades y el valor de decir: todavía quiero.

A veces la vida se llena de responsabilidades antes de lo esperado. Trabajo, familia, cansancio, sobrevivir. A María Domitila Meléndez Guerrero le pasó eso. Se convirtió en mamá a muy corta edad y aunque nunca soltó el sueño de estudiar, la rutina diaria se le fue comiendo el tiempo.

“Siempre me quise superar, siempre me gustó aprender, pero se me cerraban las puertas. Tenía que cuidar a mi hija y trabajar”, recuerda.

Durante años sintió que la prepa era algo que ya había quedado atrás. Hasta que conoció Prepárate Juventudes, un programa del Instituto de las Juventudes que permite a personas que dejaron la escuela retomar sus estudios con una modalidad flexible, sin tener que abandonar su vida diaria.

María lo vio como una puerta abierta que antes no existía. Y la cruzó.

“Me siento muy feliz por concluir esta etapa, una que pensé que no iba a llegar. Cuando salió esta oportunidad no quise desaprovecharla”, dice con una sonrisa que se siente ligera, como quien descansa después de insistir mucho tiempo.

Hoy tiene su certificado oficial de preparatoria.
Y tiene algo más: futuro.

María también tiene algo que decirle a quienes sienten que ya es tarde:

“No te detengas. Trabajar sí ayuda, pero llega un punto en el que ya no puedes avanzar. Estudiar abre otras puertas. Atrévete”.

El Instituto de las Juventudes invita a quienes quieran hacer lo mismo a estar pendientes de las siguientes convocatorias del programa. Hay oportunidades que no llegan dos veces, pero a veces sí. Y esta es una de ellas.