Ser estudiante en pleno 2025 puede sentirse como tener veinte pestañas abiertas en la cabeza todo el tiempo: tareas, redes, ansiedad, la vida, el futuro, la existencia… y sí, todo al mismo tiempo.

Por eso existe un día que deberíamos abrazar más fuerte: el Día Internacional de la Filosofía.

La filosofía no es solo viejitos barbudos diciendo frases complicadas. Es la ciencia que nos enseña a preguntarnos cosas que importan, a entender lo que sentimos, a analizar lo que creemos y hasta a cuestionar aquello que damos por hecho.

La filosofía es tan necesaria como respirar.
—Sin filosofía, no hay pensamiento crítico.
—Sin pensamiento crítico, no hay libertad.
—Y sin libertad, pues… adiós juventud creativa.

Pero lejos de sonar densa, la filosofía es parte de nuestra vida diaria más de lo que imaginamos:
📌 Cuando decides qué tipo de persona quieres ser → eso es filosofía.
📌 Cuando te cuestionas por qué el mundo es así → eso es filosofía.
📌 Cuando hablas de justicia, amor, identidad o futuro → filosofía pura.

Las y los jóvenes vivimos en un mundo que nos pide correr, producir y entregar… pero pocas veces nos invita a detenernos y pensar.
Y pensar también es un acto de rebeldía.
Pensar te hace libre.
Pensar te hace fuerte.
Pensar te hace tú.

Este día no es para memorizar nombres raros como “Heráclito” o “Wittgenstein” (aunque suenen a nombres de WiFi).
Es para recordar que cada idea, cada pregunta y cada duda tuya tiene valor.
Y que el derecho a filosofar es, en realidad, el derecho a construir tu propio mundo.

Así que hoy, aunque sea por unos minutos, regálate una pregunta.
La que sea.
Porque de una simple pregunta, han nacido todas las revoluciones.